LA HIJA DEL CAPITÁN GROC
Manuela Peñarrocha tiene trece años. Sentada en una silla baja en el portal de su casa, cose las alpargatas como nadie. La niña de ojos grises y cabellos de oro recuerda sume pare. Él, por hacer la guerra, ha llevado unas como estas, como el resto de carlistas, hombres de alpargata, garrote, trabuco y navaja en la faja. Quiere abrazarlo, sentir el calor del beso en la frente. Añora la mirada dura y la vez llena de ternura, su risa estridente. Solamente espera que vuelva para verlo luchar de nuevo por sus ideales, para devolver a su familia y al pueblo la dignidad perdida, a vida o muerte.
Por el color de los cabellos, el su pare, Tomás Peñarrocha Peñarrocha, es conocido en Forcall como el Amarillo.
«-Padre! No creía Pep lo Guindilla y era verdad! Me ha dicho que te vio en el río y yo no lo he creído … Padre! Padre! Ante su hija Manuela, que corre hacia él, todos los pensamientos del Amarillo se desvanecen. Ve sus trenzas rubias bailarle sobre los hombros. Lágrimas de amor ruedan por los mejillas del Amarillo cuando abraza el cuerpo menudo y ligero de la Manuela. El Amarillo la levanta a la altura del su rostro y le da un beso. Con Manuela en los brazos, el Amarillo sabe que ha vuelto a casa ».