Exploradores
Estoy segura que cada día aprendemos cosas, aunque a veces no las percibamos inmediatamente. El refranero español ya lo dice: “No te acostarás sin saber una cosa más”. Realmente creo que somos unos pasajeros en este mundo y que uno de nuestros objetivos tendría que ser siempre buscar aquello que nos reconforta, buscar alternativas nuevas y no dejar de buscar vías para seguir caminando por la vida de una manera cómoda, porque el tiempo vuela y si no lo aprovechas, a la que te das cuenta ya has perdido el tren. Algunos nos acomodamos con lo que tenemos y entramos en un bucle aburrido que no nos deja que ese aventurero que todos llevamos dentro salga, y a veces nos reprimimos con excusas de poca monta y dejamos que la pereza se apodere de nosotros y nos inmovilice. Los que pienso que no caen en este rol son los niños, los que tienen el poder todavía de darse cuenta que cada pequeña cosa es importante, que cualquier cosa les hace ilusión, y les parece que puede ser algo grande. Ellos, que no van todavía deprisa y que son capaces de mirar a su alrededor con detenimiento, disfrutan de los detalles y reflexionan, a su manera, sobre ellos. Son como pequeños exploradores del mundo y tenemos que potenciarles ese espíritu buscador para que no lo abandonen nunca. Una manera de hacerlo es animarles a leer, y con el magnífico libro que Ricard Ruiz acaba de publicar con Pirueta, EL MEJOR REGALO DEL MUNDO, no hacen falta muchas más explicaciones porque los pequeños sabrán que han entrado en el club de exploradores de palabras y de sueños como Anita, la protagonista. A veces, El MEJOR REGALO DEL MUNDO puede ser un libro en blanco que uno mismo tenga que llenar con sus ideas, con sus pensamientos o incluso con sus sueños, para que más adelante pueda releerlos y comprobar que los sueños pueden llegar a cumplirse siempre que los creas y lo sientas de verdad.