LA PRIMAVERA DELS INDIGN@TS
Un día de mayo, de repente, empezó a concentrarse gente en las plazas. Eran personas que acudían a un reclamo lanzado desde las redes sociales, un reclamo que llamaba a reunirse para expresar el primer sentimiento que provoca la injusticia: la indignación. Una indignación concitada, esencialmente, por una salvaje crisis económica mundial, hija de la especulación financiera y de la corrupción política.
Primero fueron pocos, el día siguiente más, y después su crecimiento o disminución ya dependió de todos juntos, de lo que pasaba en las plazas y de lo que pasaba fuera. Más allá de creencias o de pertenencias, los «indignados» consiguieron que se abriera el debate, que todo el mundo se planteara cuestiones que, gracias a ellos, han abandonado el estado latente y han entrado a casa nuestra como una ventisca.
Los «indignados», con más o menos acierto según los pareceres, nos han organizado el ensayo de una nueva práctica política.