LOS DISTINTOS COLORES DE LA AMISTAD
Hoy ha amanecido el día con un cielo de un color tan especial, un rosado intenso mezclado con el azul del comienzo del día, que no he podido evitar pensar en ti. Este mes ha hecho ya cinco años que te fuiste, pero este cielo me indica que estás en un lugar bonito, donde nos reencontraremos, estoy segura. Ya hace mucho que he perdido la fe religiosa, pero he ganado la fe en las personas, creer en las personas que creen, en el disfrutar del presente y en el dar cariño cada día a los que quieres y al mundo en general, no gritar cuando hay tráfico, no enfadarse por una caravana, y sonreír aunque alguien te pite porque vas despacio. Esto lo hacías tú, sonreír. No olvido que cada vez que nos veíamos, como eras mucho más alto que yo, me dabas un beso en la frente con tanto cariño, que me llegaba al alma, y me alegrabas el día, por malo que fuese. Hacías feliz a mis hermanos, tus mejores amigos, y eras uno más de la familia. Pero el color de ese cielo me dice que, estés donde estés, estás bien, que ese cielo lo pintas tú para guiarnos y recordarnos que todo va bien, que disfrutemos de lo que tenemos, que creamos en las cosas bonitas, a pesar de que haya muchas cosas que no funcionen como querríamos, pero que si creemos en que podemos cambiarlas, lo lograremos. Te echamos de menos, y por mucho que el tiempo pase, siempre estás ahí, en mi mejor de los recuerdos, como una persona diez que se fue cuando no le tocaba.
Por eso, la novela de Sílvia Soler LOS VIEJOS AMIGOS, publicada por Destino y Columna, me ha recordado tantas cosas del pasado, el valor que tiene la amistad de verdad. Su historia, como todas las de Sílvia, te hace reflexionar sobre las relaciones humanas y lo complicadas que pueden ser, a veces, o lo complicadas que nos las hacemos nosotros mismos. A través de cinco estudiantes de bellas artes que viajan a París para visitar la gran exposición que se hizo sobre Paul Gauguin en el Grand Palais a finales de los años ochenta, entramos en la historia de un viaje que pretendía ser el típico viaje de final de curso, unidos por el amor a la pintura y, que acabará siendo el gran viaje de sus vidas. De allí nace una amistad tan fuerte entre los cinco, que todos piensan que durará para siempre, que es una amistad infranqueable, de aquellas que nada ni nadie puede romper, pero la vida pasa, y los protagonistas deberán entender que no todo es tan fácil, que la vocación artística que les unió, no les trata a todos por igual, y deben asumirlo. Y, a medida que la vida avanza, es más exigente, entran personas nuevas en las vidas de cada uno que nos moldean y, quizás nos desencadenan a decisiones que antes no hubiéramos tomado. Hay momentos en la vida, varios, dónde debes elegir, y es frente a estos momentos donde descubres las verdades, y donde la vida te pone a prueba.
Una novela que gustará a un gran público, a los fans de Sílvia Soler, que ya son muchos, sin ninguna duda. Pero animo a quizás un público más joven a que lea esta novela, porque se pueden sentir muy identificados y descubrir, para mí, una de las mejores voces catalanas del momento.